5 de abril de 2013

El Beso de Klimt... oro sobre mugre

Der Kuss. Gustav Klimt 1907-1908
Siempre he pensado que hay algo frío y profundamente desagradable dentro de este cuadro. Rezuma tanto que el dorado ya no me es tan luminoso y las florecillas se me pudren. Y que yo pensara así de cualquier otro cuadro carecería de importancia, porque el arte es libre y libres son sus interpretaciones, aunque no hace falta más que dar un paseo por cualquier museo, galería de arte o librería especializada para comprobar que eso de que "el arte es libre y libres son sus interpretaciones" debe ser algo tan novedoso y tan radicalmente alternativo que no está presente en los escenarios públicos y son pocas las veces que se falsea la interpretación estándar. El arte cobra impuestos de todo tipo y no acepta interpretaciones, mal nos pese.

Al tiempo que intuía que había algo oscuro tras la pátina de dorado, me daba cuenta que Der Kuss (El beso) de Klimt era una de esas -pocas- obras que parecían no aceptar libres interpretaciones y gustaban de cobrarse sus réditos. No es para menos, porque El Beso es el paradigma pictórico de lo que hemos aceptado como amor romántico y a nadie le interesa qué llevó a Klimt a pintarlo, a repintarlo o porqué está inacabado, sencillamente El Beso ya no le pertenece a su autor en absoluto. Todo lo contrario, nos dicen que nos pertenece a todos, porque por encima de todo se ha convertido un icono del amor. ¡Tomadlo! Y su reproducción (abusiva) en y sobre cualquier tipo de soporte sea papel o cerámica, en vajillas, camisetas, posters de todos los tamaños, tatuajes, libros, material decorativo de toda índole y etcétera la han convertido en una de las imágenes más vendidas de la historia contemporánea. 

No voy a centrarme en lo mucho que me apena que Klimt, autor de muchísimas más obras de mayor calidad y significado que El Beso, sólo sea reconocido por esta. No es esta una entrada para explicar por qué razón es mucho mejor El Árbol de la Vida o Dánae.

Sentir aquella punzada de aversión cada vez que contemplaba la pintura me llevaba a preguntarme, a reprenderme incluso, sobre el porqué yo no era capaz de ver exclusivamente al "amor" plasmado en cada pincelada y destello de color; porqué esa pintura me hacía sentir incómoda, violenta incluso. Es fácil ver lo malo, y el Mal en todo aquello que desagrada a los sentidos; de igual forma, resulta mucho más fácil de identificar que en aquello otro que complace a los sentidos es donde encontraremos el Bien. Tremenda divergencia sobre la que se ha debatido durante siglos y que, girada del derecho y del revés, siempre es la misma: Feo igual a Malo // Bonito igual a Bueno. Lo que ha ido cambiando a lo largo de los siglos, es qué se ha etiquetado como horrendo y qué como bello. 

Es decir, que esta repulsa se me hace más complicada de exponer al tratarse de una imagen arquetípica que representa la sensibilización del Amor (=Bien); al tratarse de una imagen únicamente clasificable como bella, porque lo es en su trato colorista, rica en detalles, profusión vibrante y floral. Sin duda, es una imagen que nos reconecta el nervio óptico con los iconos ortodoxos, y que lo hace en su uso del dorado, en su composición antinatural y de gestos irreales. Y todos sabemos que los iconos ortodoxos son pintados por inspiración del espíritu santo, pinturas sagradas, mucho más sagradas que cualquier otra dentro del cristianismo.

Es decir: la imagen es bella porque es romántica y no hay nada más bueno y bello que el Amor. Pero también lo es porque se construye con instrumentos prácticamente religiosos. Der Kuss es la pintura del Amor terrenal y del Amor espiritual. Parece sencillo entonces sucumbir a la evidencia que yo misma expongo, pero aún y así, mis sentidos siguen repeliendo la imagen y mi instinto me susurra: no es oro lo que reluce.

Los ojos de ella
¿Cómo vas a pensar mal del icono del amor romántico? ¿Pero no ves qué bonito es? ¿No será que lo miras con malos ojos?. Y yo lo único que me preguntaba y me pregunto todavía es en función de qué argumento voy a desoír lo que mi cuerpo me dice o cómo me atrevo siquiera a hacerlo. Lo que siento es irracional, pero lo cierto es que El Beso me repugna y repugna a las cientos de Yo que tratan de verlo con "esos otros ojos" que no son los malos ojos. Me obligo a encontrar una manera de ver el cuadro tal y como el mismo cuadro llama a ser visto: con los ojos del amor, con los ojos del corazón (del interior). Aquellos ojos que nada tienen que ver con nuestros ojos anatómicos; con esos otros ojos que surgen de dentro una vez nos enamoramos, entonces creemos que esos ojos, que hasta el momento permanecían cerrados, nos ayudarán a ver el mundo tal cual es y no como lo hemos visto, o como muy a dentro de nosotros mismos reconsideramos que ha de ser.... He de buscar cientos de artimañas para acercarme a este cuadro, pero nunca, jamás de los jamases he de mirarlo con mis propios ojos, porque son "malos ojos" ¿descreídos? porque estos o bien están velados o no aman, o son incapaces de ver... será que el motivo es que son sencillamente mis ojos.

Desisto y creo que será por eso que la mujer de El Beso también prefiere tenerlos cerrados. Debe ser. Lo hace para no ver. ¿Qué es lo que no quiere ver? Puede que no sea "lo que no quiere ver", sino que aunque mire, no podrá aceptar qué es lo que sucede.

Sin más rodeos: El Beso es la instantánea de un Beso Forzado, de un beso no querido, tampoco pedido.

Detalle de las manos
Al final de un supuesto acantilado cubierto de flores un hombre abraza a una mujer, pero no la rodea con sus brazos, sino que la bloquea con su cuerpo y ambas manos sujetan la cabeza de ella, ni siquiera mecen su rostro. Sus manos abarcan un ángulo estrecho, son como un cepo: una mano en la sensible sien y otra pinzando la mandíbula por debajo, presionando la lengua. Tratad de componer este juego de manos sobre cualquier persona, pedidle a su vez que os lo hagan a vosotros y comprenderéis que no hay absolutamente nada romántico en ello, ni siquiera mínimamente humano. 

No hay escapatoria, por tanto no es un gesto de cariño, es un gesto de posesión, pero no es pasional fruto de un rapto que compartan los dos, sino que es violento, uno forzándose sobre el otro, empequeñeciéndole hasta dejarlo reducido a nada o poco más que nada. Las manos de él son las manos de la amenaza que a todas luces buscan inmovilizar y provocar dolor, buscan la certeza que al más mínimo movimiento que se haga para zafarse de ellas, pueden cerrarse sobre la garganta y pueden romper el cuello. Es repugnante.

La mano de ella se acerca y parece que busque abrir esa pinza sobre su mandíbula. Su otra mano rodea el cuello de él, única excusa que tienen quienes quieren ver en esta pintura esa ilustración divina del Amor, pero los dedos de esa mano permanecen cerrados, crispados. ¿Quién acaricia de tal modo?. Ella no quiere tocarle, no quiere.

Der Kuss o El Beso es una pintura tremendamente victoriana aún y pretendiendo romper con su rigidez. Lo es por el tratamiento que se le da a la mujer, lánguida y vencida, con los ojos cerrados. La obsesión de la pintura por las mujeres dormidas... esa es otra veta.

Si bien no se trata de una mujer cualquiera, una mujer de entre todas las mujeres, no es una burguesa u obrera dispuestas, no se trata de una muchacha afortunada de buena familia, porque cualquiera de las tres podría posar y protagonizar un retrato de carácter romántico junto a un hombre sin rostro que las besa con un gesto a medio camino del beso de amor y del beso de aprobación del tutor/padre. Los cuadros de Klimt no son tan mundanos, ninguno de ellos, sino todo lo contrario y nada, absolutamente nada, es baladí. En El Beso tenemos a una "mujer" arrodillada y descalza

Detalle de los pies de la mujer
Descalzas van las ninfas y las hadas, descalzas las diosas cuando se muestran ante los hombres... también lo hacen las muertas. En las visiones, en las visiones proféticas quien camina descalzo está próximo a su muerte. Descalzas y sin magullarse los pies caminan las personas libres que no se sujetan ni si quiera a las inclemencias de la naturaleza, seres que caminan en otras dimensiones, realidades incomprensibles a las que siempre se aspira. Simbolismo. Pero ¿arrodilladas? únicamente lo hacen las mujeres sometidas, y pueden arrodillarse tanto la santa y la mística ante la presencia de la iluminación, como se arrodilla la víctima a los pies del violento y de la violencia misma que es ejercida.

¿Dónde está aquí el amor?.

Tras los pies de ella un abismo emborronado, repintado. No sabemos qué quería pintar Klimt, más bien: qué no quería pintar, así que lo dejó incompleto, auqnue puede que esa fuera su intención original... que tras los  pies de ella no hubiese nada, como si sus pies fueran la linde entre la vida y la muerte, entre dos naturalezas que se topan. ¿Qué leemos? Tras los pies de ella se abre el abismo. Pero yo sigo viendo esos pies y en ellos veo que crecen lianas, hebras de hiedra dorada y pienso que ella bien podría tratarse de Daphne y, sólo pensando en ello, le encuentro cierto sentido a la pintura, y es más: me reconcilio con una parte de ella. El Beso sigue sin gustarme, sigue produciéndome asco, pero ahora El Beso cobra un significado del que antes carecía.

Detalle de la mano de ella y cabeza de él coronada
 ¿Es él Apolo coronado y vestido de sol? ¿Es verdaderamente Apolo habiendo cazado a Daphne en un giro original del relato mítico de Ovidio?.

¿Es ella aquella Daphne? ¿Es ella  a los pies de un acantilado desnudo sin escapatoria? ¿Dónde queda el bosque? ¿Es Daphne siendo consciente que su transformación en árbol será demasiado lenta y que para ella no hay escapatoria?. 
¿Lo es?. Y si lo es...

¿Eso es lo que quiso exponernos Klimt? ¿Que la ninfa en este nuevo mundo, en esta nueva sensibilidad que él y otros exponían en sus pinturas, ya no obtiene la respuesta de Artemis a tiempo?. ¿Que lo divino abandona a lo femenino, y ha de subyugarse al deseo de lo masculino? No me importa sea cual sea, no hablo solamente del deseo sexual, nada en este cuadro es exclusivamente sexual. 

Sin embargo, no se me escapa que esta puede convertirse, si me explico mal, en el argumento de mi aversión hacia esta pintura. Pero, siendo cierto el temor que me producía entonces, hace ya tantos años, podía ser que en una pequeña parte de mi repulsión fuera fruto de mis propios miedos hacia la sexualidad, ahora sé que va mucho, mucho más allá. Esa pequeña parte ha mutado y no se trata de una negativa a entregarse al amor, sino que es la negativa a entregarse porque existe la petición de entrega.

Retomando el relato de Ovidio consideramos que las ninfas son libres de emparejarse con pastores humanos y sátiros, de convertirse en compañeras y amantes de cualquier dios, pues Apolo no tiene la exclusiva sobre ellas, nadie la tiene. Son libres. Por doquier, las ninfas paren hijos, aman y se regalan a quien ellas quieren. Pero Daphne, que no es diferente a sus compañeras, huye de Apolo, suplica a Artemis por su virginidad (incluso la propia Afrodita volvía a ser virgen si así lo quería) y lo hace porque no quiere acostarse con Apolo, ni convertirse en su compañera, no quiere por las razones que os dé la gana insertar aquí. Sin embargo, él la persigue, no como un juego, Apolo le da caza y justo cuando está a punto de abrazarla, la piel de Daphne comienza a endurecerse convirtiéndose en corteza, sus brazos se extienden y su cabellera se torna follaje, sus pies en raíces. Daphne es un árbol, Daphne ya no puede ser "amada" como se le exigía que fuera.

No se trata de mojigatería o de cierto rebrote de pudor neo-neo-clásico, se trata del ejercicio del deseo y de la libertad. En la mitología, la ninfa es libre por el simple hecho de existir, curioso es que el género humano haya tardado tanto en darse cuenta que con ellos sucedía lo mismo. Se es libre de nacimiento, se es libre por el simple hecho de ser y existir. 

Daphne elige no ser amada por quien ella no desea serlo. Klimt pinta a una mujer obligada a recibir un beso.

Y dicen que el beso que pintó Klimt cambió el mundo, como también lo cambió es este otro:

A nadie le importa que la enfermera haya explicado que no se conocían de nada, que él estaba borracho y que la sorprendió, agarrándola por el cuello.... A nadie...

Ambos son El Beso Forzado y paradigmáticamente AMBOS besos son iconos del AMOR. Vamos mal....

Paren el mundo, me quiero bajar.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

O.o me gustó muchísimo la reflexión, y me ha hecho pensar en la cantidad de cosas y mensajes subliminales que nos perdemos por no hacer lecturas como éstas de lo que nos ponen delante...

La verdad, después de tan detallado análisis, ¿Cómo no coincidir con vos?

Increíble lo que uno se pierde.
Saluditos! ^^

nezha dijo...

ahhh muy interesante tu análisis y si te digo la verdad, siempre había pensado algo parecido (que tenía aspecto de ser más un beso forzado que otra cosa), me gusta, me lo guardo para compartirlo con mis amigos. Un besote! :)

Esciam dijo...

Hola linda!
Me ha encantado el comentario que has hecho, el como uno siente lo que siente y aunque no lo puede entender lo siente... Y tal vez por eso TENÍAS que hacer este post, porque DEBÍAS entender porqué lo sentías a ti.
Lo compro, desde ahora en adelante creerè que es Apolo, y que Daphne està dàndose a la idea de perder... Es horrible, pero te creo porque cuantas veces en la historia no ha pasado?
Saludos!

Clara dijo...

Os contesto una a una, así será mejor.

-Ladywolesbayne: Siempre me ha povocado mucho respeto el estudio de los símbolos y puede que por ello nunca me haya visto capaz de hacer lo mismo, si quiera de aventurarme a dar una posible explicación a los símbolos que voy percibiendo. Me parece que hay que tener una profundidad humanista y cultural notables, de la que estoy lejos todavía. Pero, existen "cosas" que son mucho más fáciles de ver si nos atrevemos a explorar un poco las sensaciones que nos producen y lo que nos dicta el instinto más que el criterio. A mí siempre me dio mala espina el cuadro...

Hay que rumiar como las vacas, hay que digerir y volver a rumiar, creo que de este modo podemos sonsacar buenos análisis.

Lo bueno es que cada una de nosotras hagamos lo mismo ^^

Gracias preciosa por pasarte por aquí


Clara dijo...

- nezha: Existe un documental o puede que fuera un episodio de una serie de documentales sobre obras pictóricas que se centraba en El Beso, ponían mucho énfasis en el hecho de que no estuviera acabado y repintado varias veces, por lo que recuerdo decían que tanto el vestido de él como los pies de ella fueron repintados gran cantidad de veces. Argumentaban que debido a ello la postura de las dos figura era tan artificial e imposible.

Muy sutilmente decían que parecía un beso forzado más que nada por la postura de las dos figuras no por la intención del pintor... vete a saber.

Ya sabemos que muchas veces los artistas no son verdaderamente directores de sus propias obras, que se plegan a quien les paga, sobretodo si se trata de obras de encargo, posiblemente eso explicaría el lío monumental que tenía Klimt con este cuadro.

Clara dijo...

-Esciam: ¡Hola preciosa! Un gusto verte por aquí. Tienes toda la razón, hace mucho que le daba vueltas a porque sentía esa desazón cuando miraba el cuadro, es algo que con los años ha ido en aumento y me preocupaba.

Él especialmente me cuadra mucho con Apolo

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